Foto: N.H.D. Ernesto Romero
La sangre en el
Antiguo Testamento tiene mucha importancia, porque significa vida.
Ese valor de la Sangre llega al Nuevo
Testamento con la plenitud del Señor.
La Sangre de Cristo
libera de las manchas, lava, purifica.
Jesucristo nos
ha blanqueado con su Sangre. Hemos de valorar la Sangre de Cristo, el valor
que tiene para nosotros. Y nosotros valemos la Sangre de Dios. El mejor
retablo para nuestra vida es el Señor en la cruz.
Sus Cinco
Llagas son las cinco puertas que nos regalan la vida, un manantial de agua vida
que irriga nuestra tierra reseca.
Y cuando
celebramos la Eucaristía
celebramos el memorial y se vuelve a producir su sacrificio. El Señor se ha
roto por nosotros.
En la Eucaristía, a través
del Sacramento nos unimos al sacrificio oferente del Salvador.
Experimentamos
el amor de Dios primero para luego llevar a los hermanos ese amor que debe
transformar el mundo.
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