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Foto: N.H.D. Ernesto Romero |
En
Adviento la Iglesia nos invita a meditar sobre la Esperanza y sobre María.
Vamos a profundizar en este Triduo en los dogmas marianos. Y hoy comenzaremos
con el de la Asunción de la Virgen Santísima en cuerpo y alma a los cielos.
Este
dogma nos propone algunas preguntas interesantes para nuestra fe:
1-
¿De qué manera concluyó la Virgen santa su vida
terrena?
Los
apóstoles se juntaban en el cenáculo. La misión de Nuestra Señora estaba pronta
a acabarse. Pero la Virgen no murió como nosotros morimos. Fue un dulce sueño;
no fue de pena ni castigo por el pecado (como puede ser nuestro caso).
2-
¿Qué final tuvo el cuerpo santísimo de la Madre
de Dios?
La
corrupción de nuestro cuerpo en el sepulcro es consecuencia del pecado
original. Por lo tanto, también fue preservada de la corrupción del sepulcro.
El cuerpo de María, como el de Jesús, no fue pasto de los gusanos, sino que
está vivo en el Cielo. Pues Jesús, que había querido que fuera toda semejante a
Él, no habría podido disponer en el momento de su final que el de su Madre no
fuera igual al suyo.
3-
¿En qué se basa nuestra certeza?
La
Asunción es un dogma revelado por el propio Dios y definido por el Papa Pío XII
el 1 de noviembre de 1950. Los fieles siempre creían en esta verdad desde
siglos antes; ya el 15 de agosto se celebraba la Asunción de Nuestra Señora
mucho antes de la proclamación del dogma.
4-
¿Por qué a la Iglesia le pareció bien en 1950
(veinte siglos después) definir esta verdad que todos creían y celebraban?
Dios es
quien guía a la Iglesia. En medio de los errores que han surgido a través de
los tiempos, la Divina Providencia ha ido guiando a su Iglesia.
Cada
siglo tiene sus herejías, sus desviaciones de la fe. Y la herejía del siglo XX
y XXI apareció con el materialismo ateo, que reduce todo a la materia, y que a
través del marxismo social y cultural se ha ido imponiendo, hoy a través de
otros rasgos como la ideología de género o el globalismo exacerbado. Así,
tenemos hoy la negación de la vida futura: idea que nos han ido inoculando en
los dos últimos años como consecuencia de la pandemia… si nos dejamos vencer
por el miedo que nos están inculcando.
Tenemos que tener claro que estamos aquí de paso, y no podemos vivir con el miedo en el cuerpo, atemorizados… María en su misterio glorioso de la Asunción nos está alentando a vivir con esta esperanza de Cielo.