XX Domingo del tiempo
ordinario (ciclo C)
He venido a arrojar un
fuego sobre la tierra
La caridad es el fuego que Cristo espera arder en los
corazones de los que le amen. Cuando se ha entendido que la esencia del
cristianismo se halla en la caridad, en el apasionado amor a Dios y sus cosas,
estas palabras del Señor no deberían sonar extrañas o contradictorias. ¡Fuera
de esto sino todo lo contrario! Es más, Cristo está empleando un lenguaje
contradictorio en apariencia para dar a entender precisamente en qué consiste
el verdadero amor a Él. Sí, porque el amor, realmente como lo ha de entender el
cristiano está muy lejos de ser un diluido sentimiento de afecto, bonito y
pasajero como una flor de primavera.
Más bien es como el fuego que a la vez lo enciende todo y va consumiendo una y otra cosa; es algo que se extiende, que tiende por su naturaleza a expandirse con calor, con pasión y que divide a los corazones fríos y mezquinos que nada más piensan en llenar sus pobres pretensiones. Así es la caridad. Ese es el fuego que Cristo espera arder en los corazones de los que le amen.
Están, por tanto, muy lejos de ser sus palabras interpretadas con la literalidad de la carne. Hay que haber experimentado el fuego de su amor para entenderlas correctamente.
Pidamos saber amar hasta ser incomprendidos por los egoístas de nuestro mundo. Pidamos vivir en estado de lucha, en la lucha del que cree en la fuerza del amor y consigue que el mayor número de seres humanos conozca a ese Dios que se entregó por ellos por puro amor. En esto conocerán los demás que somos de Cristo. Y a tener confianza en Él. Porque el amor siempre logrará la victoria definitiva sobre el pecado y la muerte.
Propósito
Todas las actividades y oraciones de este día, ofrecerlas por aumentar ese amor a Cristo en nuestros corazones y que ese fuego encendido ilumine a nuestra familia, compañeros y amigos.
Diálogo con Cristo
Santísima Trinidad, gracias por esta oración y por el don de mi bautismo. Esa chispa de vida divina que recibí debe estar en continuo crecimiento. No quiero que las presiones externas o mi propia debilidad, me lleven a la mediocridad o la indiferencia que puede apagar esta luz. Te agradezco mi familia y te suplico que nunca permitas que yo sea piedra de tropiezo en su fe. Dame la sabiduría para saber cuándo hablar y cuándo quedarme callado.
Más bien es como el fuego que a la vez lo enciende todo y va consumiendo una y otra cosa; es algo que se extiende, que tiende por su naturaleza a expandirse con calor, con pasión y que divide a los corazones fríos y mezquinos que nada más piensan en llenar sus pobres pretensiones. Así es la caridad. Ese es el fuego que Cristo espera arder en los corazones de los que le amen.
Están, por tanto, muy lejos de ser sus palabras interpretadas con la literalidad de la carne. Hay que haber experimentado el fuego de su amor para entenderlas correctamente.
Pidamos saber amar hasta ser incomprendidos por los egoístas de nuestro mundo. Pidamos vivir en estado de lucha, en la lucha del que cree en la fuerza del amor y consigue que el mayor número de seres humanos conozca a ese Dios que se entregó por ellos por puro amor. En esto conocerán los demás que somos de Cristo. Y a tener confianza en Él. Porque el amor siempre logrará la victoria definitiva sobre el pecado y la muerte.
Propósito
Todas las actividades y oraciones de este día, ofrecerlas por aumentar ese amor a Cristo en nuestros corazones y que ese fuego encendido ilumine a nuestra familia, compañeros y amigos.
Diálogo con Cristo
Santísima Trinidad, gracias por esta oración y por el don de mi bautismo. Esa chispa de vida divina que recibí debe estar en continuo crecimiento. No quiero que las presiones externas o mi propia debilidad, me lleven a la mediocridad o la indiferencia que puede apagar esta luz. Te agradezco mi familia y te suplico que nunca permitas que yo sea piedra de tropiezo en su fe. Dame la sabiduría para saber cuándo hablar y cuándo quedarme callado.
P. Luis Gralla
Evangelio
En aquel tiempo, dijo Jesús a
sus discípulos: He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía
que ya estuviera encendido! Con un bautismo tengo que ser bautizado y ¡qué
angustiado estoy hasta que se cumpla! ¿Creéis que estoy aquí para dar paz a la
tierra? No, os lo aseguro, sino división. Porque desde ahora habrá cinco en una
casa y estarán divididos; tres contra dos, y dos contra tres; estarán divididos
el padre contra el hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la
hija contra la madre; la suegra contra la nuera y la nuera contra la
suegra.
Lucas 12, 49-53