XXI Domingo del tiempo
ordinario (ciclo C)
La puerta estrecha
En el evangelio de hoy a la pregunta «Señor, ¿serán
pocos los que se salven?», Jesús no responde ni que sí ni que no; al menos
eso es lo que parece en una primera lectura. En un lectura más reposada nos
daremos cuenta que son muchos –mejor, todos– los que estamos invitados al
banquete del Reino: «vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y
se sentaran a la mesa en el reino de Dios».
Pero, hay más matices en la respuesta de Jesús. Jesús
habla de esfuerzo: la salvación es un don gratuito, pero exige de nosotros una
respuesta, una respuesta de amor, de amor de donación, de amor desinteresado...
En mi tierra se dice, con frecuencia: «obras son amores y no buenas razones».
Y Jesús continúa, en un discurso que tiene mucho ver con
el juicio final: «Entonces comenzaréis a decir: “Hemos comido y bebido
contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas.” Pero él os replicará: “No sé
quiénes sois. Alejaos de mí, malvados”». No es difícil descubrir que está
hablando de muchos que han participado de la mesa del Pan de vida y de la mesa
de la Palabra
de Dios –hoy diríamos de la
Eucaristía –, pero que no son reconocidos como dignos del
Reino de Dios. No es suficiente una vida de oración y de sacramentos, si en
nosotros no hay un cambio definitivo, radical... No nos está pidiendo ser
ni superman nisuperwoman, sino algo más sencillo, pero
más esencial: que toda nuestra vida y todos nuestros actos estén informados por
el amor.
Javier Velasco Arias
Evangelio
En aquel tiempo, Jesús pasaba
por ciudades y aldeas enseñando y se encaminaba hacia Jerusalén.
Uno le preguntó:
«Señor, ¿son pocos los que se salvan?».
Él les dijo:
«Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta diciendo:
Señor, ábrenos;
pero él os dirá:
“No sé quiénes sois”.
Entonces comenzaréis a decir:
“Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas”.
Pero él os dirá:
“No sé de dónde sois. Alejaos de mí todos los que obráis la iniquidad”.
Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, pero vosotros os veáis arrojados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios.
Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos».
Uno le preguntó:
«Señor, ¿son pocos los que se salvan?».
Él les dijo:
«Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta diciendo:
Señor, ábrenos;
pero él os dirá:
“No sé quiénes sois”.
Entonces comenzaréis a decir:
“Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas”.
Pero él os dirá:
“No sé de dónde sois. Alejaos de mí todos los que obráis la iniquidad”.
Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, pero vosotros os veáis arrojados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios.
Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos».
Lucas 13, 22-30