ACCIÓN DE GRACIAS DESPEDIDA CONSEJO PEDRO PÉREZ
Trataré
de ser breve, porque entiendo que el protagonismo, en tan brillante y magnífica
celebración, la tiene el Consejo que, presidido por DON DIONISIO DÍAZ, acaba de
comenzar a rodar formal y solemnemente.
Durante
cinco maravillosos e inolvidables años, este Consejo, que ahora se despide, ha
cumplido, en la medida de sus posibilidades, con la tarea que nos encargaron de
evangelizar y ser sembradores de la
Palabra de Dios.
Quisiera
traer a colación, en esta noche, con sabor a despedida, la parábola del
Sembrador, porque, dicha parábola, que, en su día proclamó Jesucristo, me
servirá para esquematizar todo lo que mi corazón cofrade, quiere compartir con
vosotros en estos momentos.
Parte
de nuestra semilla, de nuestro trabajo, de nuestro esfuerzo, ha caído junto al
camino. Ese camino que se encuentra, al margen y de forma paralela, del
auténtico sendero que transitamos día a día todos los Cofrades Jerezanos. Ese
camino que recorren muchos “simpatizantes de lo Cofrade”. Es por ello que, al
igual que en la Parábola ,
han venido las aves y se comieron la semilla sin que la misma pudiese ni tan
siquiera llegar a dar fruto.
Otra
porción de la semilla que, con tanto cariño hemos esparcido, ha caído entre
pedregales, donde no hay mucha tierra. Esos pedregales que forman parte de ese
entramado que tiene a las Cofradías, para aprovechamiento propio,
sin que lleguen a apreciar su verdadero sentido. Es por ello que la semilla
brota pronto, pero como no tiene profundidad, al salir el sol, se quema y, al
no tener raíz, se seca.
Otra
ración de nuestra semilla que, altruistamente y, a cambio de nada, hemos
extendido en este lustro, se aposentó entre espinas. Las espinas de aquellos
que anteponen sus intereses personales a los de las propias Cofradías,
provocando que esas espinas crezcan y ahoguen el fruto que nace de élla.
Por
último, la mayoritaria, la que nos ha dado mayores satisfacciones y por la que
merece la pena seguir trabajando hasta derramar nuestra última gota de
sangre, ha sido esa tierra buena, bendita, Cofradiera hasta la
médula, en la que la semilla de nuestra dedicación, de nuestra tarea, seguro
que dará fruto el día de mañana, aunque sean otros los que recojan los mismos.
Es
por esa tierra buena, fetén, de canela en rama, por la que venimos a darle
gracias a Dios en el día de hoy. Para que nuestras Cofradías sigan creciendo y
no abandonen nunca el sendero de la unidad que nos hará fuertes en los momentos
difíciles que nos tocará vivir.
Yo
he sido el manigero, para lo bueno y para lo malo, pero esta siembra que ha
abarcado unos 1.800 días de nuestra vidas, no hubiese sido posible sin la
entrega, sin la dedicación, ni la rendición de esta cuadrilla de labradores que
han formado parte de esta fantástica aventura llamada Consejo.
Ahora
me dirijo a vosotros. Me habéis entregado, sin condición, tanto a mí, como a
nuestra Cofradías como a nuestra Ciudad, un trozo de vuestras vidas y créanme
los presentes, porque he sido testigo fiel de ello, que lo han hecho de
corazón, sin dobleces, con sufrimiento, pero con grandes alegrías.
Habéis
escrito con letras de oro, un lugar en la historia de nuestras Cofradías, es
por ello que, ahora que todo ha terminado, no me queda más que deciros que un
millón de gracias porque sois el mejor equipo que jamás haya podido soñar, a
pesar de que os embauqué con el ya famoso “esto no os va a quitar tiempo”…
Gracias
a nuestro querido Obispo Don José y a nuestro Delegado Diocesano Joaquín. No
olvide, Don José, que nuestras Cofradías son el principal pulmón espiritual de
nuestra Diócesis, cuídelas, mímelas y quiéralas como ha hecho hasta ahora. Y,
de camino, si Dioni es capaz de convencerle, cosa que yo no he sido capaz, de
que pueda existir un Sábado Santo con Cofradías por las calles de nuestro
Jerez, de forma compatible con la liturgia del Sábado, Santo, pues mejor que
mejor. No ya por que haya que desatascar días de nuestra Semana Santa, sino por
el convencimiento fiel de la importancia evangelizadora de las Cofradías ese
día tan señalado.
A
nuestro querido Ayuntamiento, quiero agradecerle igualmente su comprensión y
ayuda para con nuestra Cofradías. Somos el colectivo más importante,
cuantitativa y cualitativamente de nuestra Ciudad. Por historia y porque
tenemos el honor de que, en el mismo, se halla representada toda la sociedad
jerezana: los necesitados, los hacendados, los eruditos etc… Sigan apostando
por nuestras Cofradías, al margen de intereses políticos.
Muchas
gracias también a todos los Hermanos Mayores que han formado parte, en algún
momento, del Pleno. Gracias por vuestra comprensión y vuestra colaboración.
Desde aquí os pido perdón públicamente, si en algún momento no he estado a la
altura que merecen nuestras Cofradías.
Y
un agradecimiento general, por no hacer prolija la enumeración, a todas
aquellas personas, particulares, empresas que han colaborado con este Consejo
y, de forma muy especial, a los que han contribuido al buen desarrollo de
nuestra Semana Santa y los que denodadamente han prestado su servicio en torno
a los actos concernientes a la juventud.
Ya
me despido y lo hago con un mensaje que ha sido el buque insignia de este
consejo en el proyecto que presentamos hace cinco años.
Hay
un Villancico, del poeta gaditano, Martínez Ares, que define a la Navidad como “UN AÑO SIN
AMOR, UN DÍA PARA AMAR”.
Todos
fuimos un día llamados por Jesús y enviados, “DE DOS EN DOS” para
que anunciemos el Evangelio.
Pero
el Evangelio se predica desde la fe: no desde el fanatismo, ni desde el poder,
ni desde la crítica despiadada, ni desde la mentira, ni desde la ausencia de
humildad. El Evangelio del que somos portadores es “como un tesoro que llevamos
en un vaso de barro” y debiéramos ofrecerlo a los demás con la sencillez del
que ofrece un vaso de agua. Dando gratis lo que gratis hemos
recibido. Porque no tenemos nada que vender o imponer.
Porque
todo lo que tenemos es la palabra de Dios, y ese es un tesoro
inapreciable que no está en venta y con el que no se negocia. Un tesoro
que sólo se puede dar desde EL AMOR.
Y
si DIOS ES AMOR y todos estamos aquí porque nos llamó un buen
día para que fuésemos a proclamar su Evangelio, no tienen
cabida en el orbe cofrade, al que no le duele hacerle daño a las Cofradías.
Es
por ello que en esta inigualable oportunidad que me da la historia, de poder
dirigir unas palabras a todos los que, de una u otra forma tenemos mucho que
ver con este maravilloso mundo de las Hermandades y Cofradías, me gustaría
mostrarle mis mejores deseos a Dionisio y a su Consejo. Que sepáis
que estamos a vuestra disposición para todo aquello que
fuere menester y proclamar que, como decía el Villancico, ningún
sentido tendría esta celebración si no arrancamos el compromiso de que no sea
un solo día, el que exterioricemos nuestro amor y nuestra unidad, AL Consejo
que sale y al Consejo que comienza su recorrido, sino una chicotá eterna
apoyando y colaborando incondicionalmente con Dionisio y su gente, para
compartir juntos un mismo mandamiento, QUE NOS AMEMOS LOS UNOS A LOS OTROS COMO
ÉL NOS HA AMADO.
MUCHAS
GRACIAS Y FELICIDADES A TODOS.