El amor maternal -incondicional- de María y la protección de San José
La del 18 de diciembre es una fiesta mariana netamente
mariana e hispana. Desde el siglo VII está en nuestro calendario. El Concilio
de Toledo pidió al Papa Gregorio una
fiesta distinta al 25 de marzo (la Encarnación ) que solía caer en Cuaresma o incluso
en el Triduo Sacro.
Estamos en los 8 días previos al parto. Y todos los que
han sido padres saben lo que es estar
esperando, la expectación de un parto, con el bolso preparado para salir
rápidamente porque se desconoce el momento exacto en que tendrá lugar.
Yo tengo mucha fe en la nochebuena y la vivo con mucha
intensidad: qué noche más hermosa y más milagrosa. Cuántos santos se han
convertido contemplando el misterio del Niño en el pesebre... desde Santa
Teresita al P. Foucauld.
De manera privilegiada, junto al niño, tenemos a la Madre. Una mujer de
una aldea insignificante. Una mujer analfabeta que andaría descalza toda su
vida... pero ¿qué tiene esta mujer para que se pida una fiesta para ella a
Roma? El éxito de esta mujer es que aporta a la Iglesia y a cada uno de
nosotros lo más necesario.
Santa Teresita tenía histeria, un síndrome de abandono con
cuatro años. Y superó su mal gracias a María.
Sí hiciéramos una encuesta sobre qué necesita cada uno,
diríamos distintas cosas... pero lo que de verdad necesitamos es que nos
quieran de verdad. Nos pueden querer porque somos divertidos, rentables,
aportamos... pero en nuestro corazón necesitamos que nos quieran de verdad.
A veces nos ponemos una careta para que nos quieran. Pero
lo que necesitamos es a alguien con quien no tengamos que ponernos ninguna careta.
Eso en la vida lo tenemos o lo hemos tenido: es nuestra madre. Ella me quiere
sin condiciones y además, gratis. Porque el amor es una experiencia de
gratuidad. El personaje que a Santa Teresita podía amarla así era su madre, que
perdió cuando tenía sólo cuatro años. Y fue la Virgen la que la curó. La Virgen de la Sonrisa era una imagen que
tenía. Ella vio que la Virgen
la sonreía. Y vio que ella era amada de verdad, que no tenía que hacer ningún
papel.
Nosotros estamos aquí y encontramos lo que necesitamos de
verdad. Ella nos aporta su maternidad, aquello que afecta a mí necesidad más
imperiosa y más verdadera: el ser amado.
Alguien que se siente amado no necesita ir murmurando, ni
en competición, ni dando puñaladas traperas,... y hablo también de nuestras
cofradías.
No quiero olvidar la figura de San José en el Evangelio de
hoy. Mientras que su devoción ha venido a menos, Santa Teresa de Ávila llamó a
todos los conventos que fundó con el título de San José.
Y es que Dios se hizo obediente a San José. Cristo le está
infinitamente en deuda. Le enseñó a trabajar, a leer, a ser un hombre. Si Dios
está en deuda con él, es el Santo más importante, el que tiene más poder en el
cielo. Que lo invoquemos como nuestro protector especial.