A menudo el dolor corporativo produce su propia y nunca provisional inercia. Los cofrades de las Cinco Llagas la experimentamos junto a nuestros hermanos del Cuerpo Profesional de Acólitos El Cirial el lunes 23 y martes 24 –dos jornadas encharcadas en las fluviales lágrimas de la tristeza por el amigo, por el hermano, por el cofrade ido-. La muerte de Juan Carlos Soto ha dibujado una miscelánea de agridulces siluetas en los corazones –irrigados de sangre- de todos cuantos tantísimo apreciábamos a este muchacho noble y simpático en su cercanía y en su sencillez. A iniciativa –loable iniciativa- del Cuerpo de Acólitos El Cirial, las flores –ramos, centros- que cubrían el féretro de Juan Carlos Soto han sido depositadas a las plantas de nuestra Amantísima Titular María Santísima de la Esperanza en su Capilla del Voto y de la Virgen de la Luz, de la Sagrada Resurrección, en la Santa Iglesia Catedral. La familia del finado –muy especialmente su hermana Eva María (quien amorosamente planchó la túnica de las Cinco Llagas de su hermano Juan Carlos Soto minutos antes de que fuese amortajado con el nazareno hábito blanco)- ha agradecido a esta Hermandad de las Cinco Llagas tanta predisposición, entrega y arropo en instantes inmensamente duros y a veces inconcebibles. Mañana domingo, a las 11.00 horas, la Hermandad de la Sagrada Resurrección ofrecerá una misa en su memoria en la Catedral. Se ruega la asistencia de amigos, allegados y personas cercanas.