In templo
presentaratur (San Agustín). En el templo
aparecen una serie de personajes, ancianos.
Presentado el
Niño en el Templo, en seguida era conocido por Simeón. San Agustín llama a
Simeón unos adjetivos: famoso (conocido por su virtud), añoso (avanzado en
edad), probado (Dios se complacía en él)… él fue el que exclamó el cántico del Nunc
dimitis que se reza en las completas.
San Agustín
dice que retrasaba Simeón el salir de este mundo porque quería ver antes al que
hizo el mundo. Fue hecho niño en el Niño. Fue removido en edad el que estaba
lleno de piedad.
Y es que Jesús
nos pega su manera de ser, nos transforma…Jesús, si le dejamos, nos cristifica.
Cristo viene al
hombre viejo porque ha venido antes a llenar el mundo.
Pidamos a
Simeón sus actitudes, y sus virtudes a los padres de este Niño: a José y a
María. Hoy especialmente, en el día de la vida consagrada, para todos los
religiosos y religiosas. Por los miembros de la familia franciscana.
Miremos a estas
cuatro figuras candorosas: a José y María, y también a Simeón y Ana. Los cuatro
nos están señalando a Jesús.
Pero aquí no sólo
hay poesía. De alguna manera, si abrazamos a Jesús, algo nos tocará de la espada
de dolor de María, que también aparece en la Liturgia de hoy.
Que cuando
llegue el crepúsculo de nuestra existencia en este mundo, podamos cantar con
las palabras de Simeón.