Foto: N.H.D. Ernesto Romero |
En este Triduo
vamos a desarrollar las tres nuevas invocaciones que el Papa Francisco ha
incluido recientemente en las letanías lauretanas.
A la
Santísima Virgen se la invoca como madre, virgen y reina. Hoy trataremos la invocación
Madre de la Misericordia.
“Sed
misericordiosos como vuestro Padre del cielo es misericordioso, que hace salir
el sol sobre malos y buenos, sobre justos e injustos”.
Así también la
Virgen le dijo a Santa Faustina Kowalska: “Soy madre de todos gracias a la
misericordia de Dios”. Por eso es la MADRE DE LA MISERICORDIA.
“¿Eres tú el
que ha de venir o tenemos que esperar a otro?” manda preguntar Juan a sus
discípulos a Jesús. E Isaías parece responder por Jesús en la primera lectura: “Yo
soy el Señor, y no hay otro”. Nos lo dice el Señor de la Vía-Crucis.
“Por sus
frutos los conoceréis” nos dijo el Señor en otra ocasión. Y los frutos del Señor
son la ternura, la compasión y la misericordia.
Hemos
aprendido en el Catecismo las obras de misericordia, y entre las
espirituales: enseñar al que no sabe,
corregir al que se equivoca, dar buen consejo al que lo necesita, perdonar las
injurias, consolar al triste, sufrir con paciencia los defectos del prójimo y
orar por los vivos y los muertos. Y el Papa pide que se nos repitan a menudo
porque se nos olvidan; también las corporales, no sólo las espirituales:
visitar a los enfermos, dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento,
dar posada al peregrino, vestir al desnudo, visitar a los presos y enterrar a
los difuntos.
Hace cinco
años que el Papa dedicó un año a la misericordia. Y estamos siempre a tiempo de
ponernos al día aunque no lo aprovecháramos. Porque Ntro. P. Jesús de la
Vía-Crucis es la misericordia de Dios y María Stma. de la Esperanza es la Madre de la Misericordia.