FUENTE: INFOVATICANA
La encíclica, de 246 puntos y firmada el domingo de
pentecostés, da comienzo con el cántico de las criaturas de San Francisco de
Asís, para a continuación lamentar el daño que con nuestros pecados hacemos en
la “hermana agua, hermana tierra”.
En
la introducción,
Francisco hace un repaso a las palabras de sus predecesores, desde Pablo VI
hasta Benedicto XVI, sobre el cuidado de la naturaleza. Decía este último que
“el libro de la naturaleza es uno e indivisible” y que “el daño a la naturaleza
está estrechamente unido a la cultura que modela la convivencia humana”. A
continuación, prosigue su introducción Francisco citando textos de líderes
no católicos que también lamentan el daño a la creación por parte del hombre,
como el caso del Patriarca Bartolomé. La introducción termina con la cita de S.
Francisco de Asís, para el Papa “el ejemplo por excelencia del cuidado de lo
débil”, que nos invita a “reconocer en la naturaleza un libro espléndido en el
que Dios nos habla de su belleza”.
El capítulo primero de
la encíclica se titula “Lo que está ocurriendo en nuestra casa”, y en él
analiza Francisco “los cambios climáticos”, que afectan especialmente a los
países subdesarrollados, la cuestión del agua, la pérdida de biodiversidad, el
deterioro de la calidad de vida y las desigualdades planetarias, concluyendo
con la diversidad de opiniones al respecto. En este sentido, señala el Papa en
el punto 61 que “sobre muchas cuestiones la Iglesia no tiene una voz definitiva, sino que
debe promover debates científicos honestos”, aunque sostiene que “basta mirar
la realidad con sinceridad para ver que existe un grave deterioro de nuestra
casa común”.
El segundo capítulo se
titula “El Evangelio de la
Creación ”, y versa sobre la luz de la fe y la sabiduría del relato
bíblico, alrededor del destino universal de los bienes. Para el Papa “creyentes
y no creyentes estamos hoy de acuerdo en que la tierra es una heredad común
cuyos frutos deben ir en beneficio de todos”. Recuerda el Papa que si bien la Iglesia reconoce un
derecho a la propiedad, sobre éste “pesa una hipoteca social, porque los bienes
sirven para el fin que Dios les ha dado”. En ese sentido, el medio ambiente es
“un bien colectivo, patrimonio de toda la humanidad y responsabilidad de
todos”.
El
Papa dedica el tercer capítulo de Laudato Sii a analizar “la raíz
humana de la crisis ecológica”, por la “globalización del paradigma
tecnocrático”. Denuncia el Papa que “la inmensa crecida tecnológica no ha
estado acompañada de un desarrollo del ser humano en lo que respecta a la
responsabilidad, los valores y la conciencia”.
El cuarto capítulo trata
de construir una ecología integral, diferenciando entre ecología ambiental,
económica, social, cultural y de la vida cotidiana, remarcando en todo caso la
justicia con las generaciones venideras y el principio del Bien común: “El Bien
común presupone el respeto de la persona humana como tal, con derechos
fundamentales e inalienables ordenados a su desarrollo integral.”
El quinto capítulo propone
algunas líneas de orientación y acción, en los que propone el diálogo entre
política, economía y el dialogo entre fe y ciencia. En ese punto (170) critica
el Papa que el sistema de cuotas de emisión establecido por Kyoto tiene el
peligro de imponer a los países pobres condiciones similares a las de los
países ricos, penalizando así a los países más desfavorecidos. Máxime cuando
esos derechos de emisión son objeto de negociación en mercados secundarios,
generando una especulación que no colabora con la reducción de la contaminación. Asegura
el Papa, en ese sentido, que para los países pobres la prioridad política debe
ser la erradicación de la miseria y el desarrollo de sus habitantes, mientras
que la reducción de contaminaciones debe ser siempre promovida con el apoyo de
los países ricos.
El sexto capítulo y
último de la encíclica, titulado “Educación y espiritualidad ecológica”,
propone apuntar hacia otro estilo de vida, educando en la alianza entre la
humanidad y el ambiente.
En los puntos 15 y 16 de la encíclica, últimos
de la introducción, el Papa resume lo que es su intención y la estructura del
documento:
15.
“Espero que esta encíclica, que se suma a la doctrina social de la Iglesia , nos ayude a
reconocer la magnitud, la urgencia y la belleza del reto al que nos
enfrentamos. En primer lugar, voy a hacer un breve recorrido por diversos
aspectos de la crisis ecológica actual con el fin de tomar los
mejores frutos de la investigación científica ya está disponible. A partir
de esta visión general, me ocuparé de algunos de los argumentos que nacen
de la tradición judeo-cristiana, con el fin de dar mayor coherencia a
nuestro compromiso con el medio ambiente. Después voy a tratar de
llegar a las raíces de situación actual, con el fin de no entender solamente
los síntomas, sino también las causas profundas. Así podremos
proponer una ecología que, en sus diversas dimensiones, integran el
lugar específico
que el ser humano ocupa en este mundo y sus relaciones con el mundo que le rodea. A la luz de tales reflexiones quisiera dar un paso al frente en algunas lineas de diálogo y de acción que involucran a cada uno de nosotros o a la política internacional. Por último, ya que estoy convencido de que cualquier cambio necesita de motivaciones y de un viaje educativo, voy a proponer algunas líneas de desarrollo humano inspirado en el tesoro de la experiencia espiritual cristiana.”
que el ser humano ocupa en este mundo y sus relaciones con el mundo que le rodea. A la luz de tales reflexiones quisiera dar un paso al frente en algunas lineas de diálogo y de acción que involucran a cada uno de nosotros o a la política internacional. Por último, ya que estoy convencido de que cualquier cambio necesita de motivaciones y de un viaje educativo, voy a proponer algunas líneas de desarrollo humano inspirado en el tesoro de la experiencia espiritual cristiana.”
16. Cada
capítulo, aunque tiene su propio tema y una metodología específica, toma a su
vez, desde una nueva perspectiva, los temas importantes tratados en los
capítulos anteriores. Esto se refiere especialmente a algunos pilares que
atraviesan toda la
Encíclica. Por ejemplo: la relación íntima entre los pobres y
la fragilidad del planeta; la creencia de que todo en el mundo está
estrechamente relacionado; la crítica del nuevo paradigma y las formas de poder
que surgen de la tecnología; una invitación a buscar otras formas de
entender la economía y el progreso; el valor intrínseco de toda criatura;
el sentido humano de la ecología; la necesidad de debates sinceros y honestos;
la grave responsabilidad de la política local e internacional; la cultura del
descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida. Estos temas no están
cerrados o abandonados, sino que constantemente se toman y son enriquecidos”.
La
encíclica completa, pinchando el siguiente enlace: