BLOG OFICIAL DE LA HERMANDAD Y COFRADÍA DE NAZARENOS DE LAS SAGRADAS CINCO LLAGAS DE CRISTO, NUESTRO PADRE JESÚS DE LA VÍA-CRUCIS Y MARÍA SANTÍSIMA DE LA ESPERANZA
Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera
sábado, 31 de enero de 2015
Destacados del quinto día de Quinario
Predicó Fray José Luis Salido Mateos, O. F.
M.:
Pocos relatos tan sorprendentes cómo el que
hemos escuchado ahora se encuentra en los Evangelios. Todo se escuchaba en la sinagoga.
En este marco comienza Jesús a enseñar por vez primera. No es eso lo que aquí
interesa. Sino su impacto. Él no enseña cómo los escribas sino con autoridad.
Jesús no enseña cómo los letrados. Lo hace con
autoridad. No está revestido de poder institucional: su poder viene de la
fuerza del espíritu. Promueve una vida más sana. Libera de miedos y anima a las
personas a buscar un mundo mejor.
Jesús tiene autoridad porque da vida las
personas. Su enseñanza da vida y no esclaviza a las personas. Las primeras
tradiciones cristianas ponen a Jesús cómo una persona que instaura un proceso
de sanación.
Las curaciones que Jesús lleva a cabo en el
nivel físico, psicológico y espiritual son el símbolo de un Dios amigo que
quiere para los seres humanos vida y salvación. Jesús no dice que estudien la
liturgia, no quiere doctores, quiere curadores.
La primera tarea de la Iglesia no es predicar
moral, instaurar teologías, sino curar, liberar. A nadie se le oculta que
estamos viviendo una grave crisis de autoridad. La palabra de la Iglesia ha de nacer del amor
a las personas. Necesitamos una palabra más llena de la fuerza de Jesucristo.
Sería grave, muy grave, que dentro de la Iglesia se escuchara solo una doctrina de
letrados.
Hermanos, hablamos de la Iglesia , que es hablar de la Hermandad , comunidad de
fieles. No debemos comunicar una palabra de tradición, sino lo que estamos
viviendo. Necesitamos no predicar muchos sermones y homilías, sino dar
testimonio de vida. Esa es la misión de la Iglesia y la misión interna y externa de la Hermandad.
Evangelio y comentario
IV Domingo del Tiempo
ordinario
Con
autoridad
Hay crisis de autoridad.
Una cosa es el poder y otra la autoridad. Naturalmente, no son contradictorios
ni incompatibles, pero no son lo mismo. Quien tiene autoridad, tiene más que
quien tiene sólo poder. La autoridad convence. El poder impone. La autoridad es
la fuerza de la razón y de la sabiduría. El poder es capacidad de ejecución de
lo bueno, pero también, acaso de lo malo. Para ser constructivo, el poder ha de
ir acompañado de autoridad. La autoridad posee virtud propia; y, además, para
el orden del mundo, es conveniente que disfrute de poder. Hay crisis de
autoridad, porque, con cierta frecuencia, suplantada por el poder, éste
pretende presentarse a sí mismo en el lugar de aquélla. Entonces, la sociedad se
ve amenazada por el caos, al que conducen la corrupción y la injusticia.
Jesús enseñaba de un modo
nuevo, pues –según dice el Evangelio– lo hacía con
autoridad, no como los letrados, que solían enseñar en virtud del
poder social del que disponían. El poder social y político es necesario para el
orden de este mundo, pero, si no va acompañado y regido por la autoridad, se
convierte él mismo en causa de desorden.
La autoridad de Jesús
admiraba a sus oyentes. La gente quiere ser convencida, no le gusta la imposición
ni la fuerza. Pero aquélla era una autoridad todavía más admirable, porque su
virtud era verdaderamente sobrehumana. Era la autoridad de quien sólo con su
palabra somete a las fuerzas del mal y, como sabemos bien, resucita a los
muertos. La autoridad de quien perdona los pecados y da la vista a los ciegos.
Era una autoridad divina. La de Jesús es la autoridad de la justicia y el amor
de Dios. Pero es muy llamativo que Jesús les mande callar a los espíritus del
mal precisamente cuando reconocen su autoridad divina y claman, ante todos, que
Él es el Santo de Dios. ¿Es que no quiere ser conocido como tal? ¿O es un truco
de los evangelistas –como suponen algunos intérpretes racionalistas– con el que
tratarían de explicar el hecho, también llamativo, de que los que se admiran
ahora de la autoridad de unas supuestas obras maravillosas de Jesús, acaben
luego llevándolo a la cruz?
No. Se trata simplemente
de poner de manifiesto un elemento fundamental de la autoridad divina, de la
que Jesús está investido: la humildad y el despojo de sí mismo. Ahí radica
precisamente la novedad de su enseñanza. Así se presenta en realidad el reino
de Dios, de un modo inesperado tanto para los escribas como para el pueblo. El
poder de ese Reino no es el de la ejecución por imposición, sino el poder del
Amor omnipotente, que triunfa precisamente en el aparente fracaso de la Cruz. Ésa es la nueva
enseñanza de Jesús, llena de autoridad: que el poder creador de cielo y tierra,
el que nos libra del pecado y de la muerte, es el de un Crucificado. Sus
paisanos de Cafarnaúm todavía no podían comprenderlo, no tenían aún la
perspectiva adecuada de la
Pascua.
+ Juan Antonio Martínez Camino
obispo auxiliar de Madrid
obispo auxiliar de Madrid
Evangelio
Llegó Jesús a Cafarnaúm
y, cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron
asombrados de su enseñanza, porque no enseñaba como los letrados, sino con
autoridad.
Estaba precisamente en la
sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar:
«¿Qué quieres de
nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el
Santo de Dios».
Jesús lo increpó:
«Cállate y sal de él».
El espíritu inmundo se
retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron
estupefactos:
«¿Qué es esto? Este
enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le
obedecen».
Su
fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de
Galilea.
Marcos
1, 21-28
Destacados del cuarto día de Quinario
Predicó Fray Celestino Pinilla Valdés, O. F.
M.:
¿Estamos en una fuerte crisis de identidad del
cofrade? Hablar de crisis la nombramos todos los días. Pero que está en duda el
fundamento de las Hermandades. Así que vais a permitirme recordaros algunas claves:
Una Hermandad es una asociación de fieles
cristianos que, conscientes de su pertenencia a la Iglesia , buscan un mayor
compromiso evangélico.
Lo decisivo de un cofrade es su fe cristiana.
Jesús dijo "sin mí no podéis hacer nada". Somos conscientes de que
pertenecemos a la Iglesia.
De que estamos formándonos como cristianos. La Hermandad y Cofradía es
como una mediación para formarse y para evengelizarse uno y para envengelizar
como grupo.
¿Cuáles son las señas de identidad? Una
Hermandad de penitencia, para practicar la caridad y, tercero, que estamos
llamados a todos a evangelizar. Esto de penitencia es un título histórico
porque los fundadores no tuvieron otra fuente de inspiración que el Evangelio
de Jesucristo. Palabra tomada del frontispicio del Evangelio.
Penitencia y conversión significan lo mismo.
En esta cultura posmoderna sólo vale el consumismo -tener de todo- y hedonismo
-gozar al máximo-. También es verdad que la palabra penitencia la hemos
mitificado. La palabra penitencia significa cambio interior. Intentar adecuar
mi vida a la vida de Cristo. Esta debe ser una actitud diaria.
Penitencia no se hace. Se es penitente. La
palabra penitencia significa ser penitente. Una actitud de vida. Por eso
nuestros fundadores fueron geniales. La estación de penitencia es un
entrenamiento. Porque es el primer día. La estación de penitencia no es el no
va más: es un entrenamiento.
Nuestros fundadores fueron también geniales
porque nos pusieron como Titular a Cristo con la Cruz a cuestas. Con nuestros
pecados encima.
También la práctica de la caridad. En los
cuatro Evangelios sólo encuentro tres imperativos que use el Señor hacia cada
uno de nosotros: sígueme; id al mundo y proclamad el Evangelio y, tercero; que
os améis. Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he
amado. Esa será vuestra seña de identidad como discípulos míos.
No es lo más importante la Caridad : sino lo único
importante. ¿Qué importante es la
Bolsa de Caridad? Porque es la prueba del diez de una
verdadera Hermandad.
La tercera parte del trípode: es que todos
estamos llamados a Evangelizar. Uno de los signos del siglo XX ha sido la
increencia, el ateísmo, el relativismo. Las Hermandades y Cofradías deben
buscar un mayor compromiso apostólico. Y no sólo la Junta de Gobierno. Sino
todos. O evangelizamos o perdemos nuestra identidad, nuestra esencia. A la vez
que nos evangelizamos nosotros también iremos evangelizando a los demás. Los
cultos son más importantes que la salida procesional.
Uno de los aciertos de los fundadores también
fue unir un paso del Señor con uno de la Virgen , en este caso el de María Santísima de la Esperanza. La Virgen
tiene tres calificativos para el Papa Pablo VI, ya beato: la Virgen es oyente, la Virgen es orante y la Virgen es coherente. Una
Hermandad y Cofradía tiene que ser coherente.
viernes, 30 de enero de 2015
Destacados del tercer día de Quinario
Predicó Fray Julián Bartolomé Rivera, O. F. M.:
Si alguno tiene oídos para oír, que oiga. Quien
enciende un candil no sólo ha de trabajar por su propia santificación sino
también por la de los demás. Porque nosotros somos la Luz del mundo.
La fuerza expansiva que ha de expandirse por
el mundo es como una luz. ¿Qué pretenderá decir Jesús con estas palabras? ¿Por
que nos lo dice ahora a nosotros? El Señor se sirve de nosotros como antorchas
para esa Luz ilumine.
No podemos olvidar nunca que el Evangelio es
un arrebato de amor que necesita pronunciarse, que necesita decirse. Y nosotros
debemos tener esos oídos para llevar la luz de Cristo.
El Señor nos quiere con una personalidad bien
definida. Si contemplamos de cerca a Jesús, podemos sentir de cerca la plenitud de lo
humano. El quiere que practiquemos todas las virtudes naturales: el optimismo,
la espontaneidad, la veracidad, y que seamos equilibrados. Lo humano es lo
primero que se ve y lo primero que atrae. El prestigio profesional. La
sencillez. La amistad. Hay que tener una conducta plenamente humana, que vive
lo que cree.
Sed misericordiosos como vuestro padre es misericordioso,
no juzgues y no serás juzgado, porque con la medida con que midáis, se os
medirá.
Sólo podemos hacer esto con el amor a los
demás.
miércoles, 28 de enero de 2015
Destacados del segundo día de Quinario
Predicó
Fray José Ramón Martínez Tobías de Cuartango, O. F. M.:
El
mayor potencial en número que tiene Andalucía en la vida de la Iglesia son las
Hermandades y Cofradías. Ojalá aprovechemos este potencial. Debemos siempre
ponernos ante la Palabra
de Dios. ¿Que pasaría si todos los cofrades tomarán en serio la Palabra de Dios? Si
alguien se acercara a ustedes, yo quisiera meterme en vuestra cofradía y os
preguntara qué es lo central en vuestro cristianismo, seguramente habría
respuestas para todos los gustos.
Convertíos
y creed en el Evangelio. Es la mejor síntesis. Era la obsesión de Jesús. Esto
es lo primero. Debemos caer en la cuenta de que Dios habla. De que Dios no es
mudo. Hablando de todas las maneras, llegó un momento que nos habló a través de
su propio Hijo.
Los
cristianos tendríamos dos Biblias: la que leemos en nuestra casa y la Biblia de los hechos que
suceden a nuestro alrededor. Dios nos habla. Dios te habla. A nosotros nos
corresponde dar una respuesta. A veces la Palabra de Dios cae en el transcurso del camino y
la pisoteamos. Nos puede pasar que oímos pero no escuchamos. Para escuchar es
necesario reflexión y silencio -interior y exterior-.
Vuestra
Hermandad es una Hermandad austera, que va buscando el silencio, salís sin
ruidos, invitando a todos y enseñando que el silencio es necesario para
escuchar la Palabra
de Dios.
A
veces no llegamos a que la
Palabra no sea carne de mi carne. O que caiga entre rocas. Y
ahogue la Palabra. No
olvidemos que la Palabra
de Dios es don. Dios me la regala. Pero el sembrador tiene que echar la
semilla. Lo que habéis oído en la intimidad, propagadlo desde las azoteas. A
todos los hermanos de vuestra Hermandad os incumbe una cosa: tenéis que
propagar la Palabra
de Dios.
Destacados del primer día de Quinario
Predicó Fray Alberto Ramos Romero, O. F. M.:
“¿Quiénes son mi madre y mis
hermanos?”.
Surge la pregunta de Jesús.
No es que Jesús despreciara a su familia, sino que Él quiere formar una nueva
familia. Su mensaje quiere aunarnos.
Él nos une con los vínculos
del amor. Un amor que nos hace como hermanos. La comunión con los hermanos se
asienta en esos vínculos de amor.
Entrar en esos vínculos de
amor y comunión fraterna es perdonarnos los unos a los otros, buscar siempre lo
bueno que tienen los demás. Porque una auténtica familia esta está fundamentada
en un amor auténtico y sincero.
Solemos irnos a unos caminos
más cómodos, pero la fe en Jesús va a hacer que nos amemos con sinceridad.
Creer en el Evangelio, aceptar a Jesús significa que ya para siempre Él es ya
nuestro único señor, que queremos cumplir su voluntad, que queremos que venga
su Reino.
No es la ofrenda de cosas lo
que tenemos que dar al Señor; la verdadera ofrenda es nuestra vida, nuestra
voluntad. Y esto es lo que tiene que ser nuestra oración.
Nos vamos a sentir tentados
muchas veces, pero ya en el Padrenuestro le pedimos que nos libre de ese mal.
Que en verdad seamos una sola
familia, y nos sintamos hermanos con toda sinceridad.
Otra vez de silencios blancos…
FUENTE: COFRADEMANIA
Otra vez, lleno de elegancia y
señorío. Así fue. Pasaban pocos minutos de las ocho y media de la tarde del
lunes, cuando desde la sacristía de San Francisco, partió una luminaria
comitiva compuesta por Cruz de Guía, dos filas de hermanos con luz, grupo de
hermanas y devotas -cargadores de la imagen-, y cuerpo de acólitos, aquellos
que tenían como única misión recoger al Señor de la Vía Crucis en la
capilla del Voto, para acompañarlo silente, hasta el presbiterio del convento
franciscano.
Un silencio escalofriante sólo roto
por los leves pitidos y chasqueos de las cámaras digitales, inundaba los
espacios absolutos, y fue entonces que la coral del Carmen comenzó a entonar su
leve rezo cantado.
Así comenzó un traslado que ya se ha
convertido en una de las antesalas, una más, de nuestra cercana Cuaresma, un
traslado que desde este martes deja paso al quinario de la cofradía de las
Sagradas Cinco Llagas, una de esas hermandades que sabe hacer las cosas a su modo,
consiguiendo enganchar a su forma, a quienes no dudan de su idiosincrasia
genuina y peculiar.
Al final, claveles rojos en las manos
de casi todos los que se marchaban para casa, anónimos acompañantes de un
Nazareno que ayer volvió a trazar esa senda por la que todos tarde o temprano
caminamos junto a Él.
Ya está el Señor en el altar mayor de
San Francisco. Como todos los años...
domingo, 25 de enero de 2015
sábado, 24 de enero de 2015
Evangelio y comentario
III Domingo del Tiempo ordinario
Se ha cumplido
el plazo
Es
el momento. Es la ocasión. Así se puede traducir también la palabra original
griega empleada por el evangelista para resumir la predicación de Jesús: «Es el
momento…, está cerca el reino de Dios, convertíos…»
El
año comienza con las rebajas en los comercios. Quienes velan por la economía
doméstica no pueden permitirse dejar pasar la ocasión. Conozco también a
quienes no desperdician el momento actual, de precios más bajos en el mercado
de la vivienda, y deciden comprarse ahora un piso.
Conviene
darse cuenta del momento oportuno. No se puede vivir sin atender lo que el
tiempo aconseja. No sería prudente ni sabio. Es signo de madurez humana caer en
la cuenta de lo que se debe o puede hacer en cada tiempo de la vida. No todos
los tiempos son iguales. Las personas que no han desarrollado la capacidad de
juicio equilibrado piensan que todo comienza en cada momento, que no hay
historia, que sólo cuenta lo que ellos hacen en el instante.
Algo
de eso nos pasa hoy a todos, cuando sufrimos la influencia de un cierto modo de
pensar muy extendido. En nuestra cultura occidental dominante, se cree que lo
mejor es necesariamente lo de ahora, lo que estoy haciendo ahora. Se mira con
cierto espíritu de superioridad a las generaciones pasadas y se piensa poco en
las que van a venir. Nos tenemos por miembros privilegiados de una Humanidad
adulta; a los que nos precedieron los consideramos como si fueran niños, y de los
que vengan no queremos saber demasiado.
Sin
embargo, no hemos perdido de tal modo el sentido del tiempo que no podamos
entender la interpelación del Evangelio. Somos bien conscientes de que podemos
desperdiciar la ocasión de la vida. No dejamos de preguntarnos por las
oportunidades del momento en que vivimos. ¿No será éste el tiempo de decisiones
importantes? ¿Estoy tan seguro de que mi vida discurre felizmente en la buena
dirección? ¿No puedo realmente hacer nada al respecto distinto de lo que estoy acostumbrado
a hacer?
El
Evangelio nos interpela a todos con la invitación exigente de Jesús: «Éste es
el momento, se acabó el plazo…, convertíos».
Sí,
es posible que no volvamos a tener ocasión de responderle, si ahora hacemos
oídos sordos o aplazamos la respuesta. No podemos dar por sentado que vayamos
en la buena dirección ni que todos los tiempos sean iguales. No es aconsejable
una dilación facilona, con la excusa pueril de que la vida es larga. Tampoco
vale disculparse pensando que la interpelación de Jesús es tan antigua, que ya
habría perdido vigencia.
Dios
está igualmente cerca de todos los tiempos, no cabe duda. Pero sale al camino
de nuestra historia y para nosotros hay un tiempo oportuno de acercarnos a Él.
Éste de hoy, o el del próximo domingo, puede ser para mí el tiempo en su sazón.
+ Juan Antonio Martínez Camino
obispo auxiliar de Madrid
obispo auxiliar de Madrid
Evangelio
Cuando
arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios.
Decía:
«Se
ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: Convertíos y creed la Buena
Noticia».
Pasando
junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran
pescadores y estaban echando el copo en el lago.
Jesús
les dijo:
«Venid
conmigo y os haré pescadores de hombres».
Inmediatamente
dejaron las redes y lo siguieron.
Un
poco más adelante vio a Santiago, hijo del Zebedeo, y a su hermano Juan, que
estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo
en la barca con los jornaleros y se marcharon con Él.
Mc
1, 14-20
COMIDA DE HERMANDAD - CINCO LLAGAS
COMIDA DE HERMANDAD – RESTAURANTE SAN FRANCISCO
DOMINGO 1 DE FEBRERO – PRECIO: 10 EUROS
Entrante:
Aliños
Primer plato:
Paella o Mariscada individual
Segundo plato:
Lomo a la flor de Jerez o Pez de Espada al vino blanco
Postre:
Tarta de San Marcos
Bebidas (se podrán repetir las que se deseen):
Cerveza, Vinos de Jerez, Refrescos, Agua
…
Menú infantil: Precio 6 euros
Pollo empanado o Gallo empanado con patatas y ensalada, un refresco y, de postre, un vasito de helado.
Nota: Llegada al Restaurante de 14.00 a 14.30 horas
viernes, 23 de enero de 2015
IGUALÁ CUADRILLA COSTALERAS
Estimados hermanos, devotos y profesionales de los Medios de Comunicación:
A través de la presente os recordamos las fechas de las igualás de las cuadrillas costaleras de los pasos de este Hermandad de las Cinco Llagas. Son las siguientes:
- Sábado 24 de enero a las 21.00 horas en la Iglesia de San Francisco, igualá paso de palio María Santísima de la Esperanza. Capataz: Jaime Racero
- Lunes 2 de febrero a las 21.30 horas en la Casa de Hermandad de las Cinco Llagas (sita en Diego Fernández Herrera 6 y 8), igualá Nuestro Padre Jesús de la Via-Crucis. Capataz: Manuel Campos.
LA JUNTA DE GOBIERNO
Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera, mes de enero del año de Gracia del Señor de 2015
domingo, 18 de enero de 2015
Evangelio y comentario
II Domingo del Tiempo ordinario
Las cuatro de la tarde
Hay una hora para el encuentro con Dios. Tal vez lo hemos olvidado un tanto en la catequesis y en la pedagogía religiosa de estos últimos años. La vida cristiana no se sustenta en una colección de ideas ni en un programa de actividades. Ser cristiano no es, en realidad, una opción por un proyecto de vida personal, o por un plan de transformación del mundo. El cristianismo, ciertamente, lleva consigo una decisión moral y una visión del mundo capaz de orientar la acción humana en él. Pero no se reduce ni a una filosofía, ni a una moral, ni a una política. Antes que nuestras ideas y nuestras decisiones, en la raíz de la fe cristiana está el encuentro personal con Dios propiciado por Él.
Serían las cuatro de la tarde. El Evangelio no parte de ninguna idea, ni de ninguna opción. Parte de la hora en que aquellos hombres se encontraron con el Señor. Es conmovedora la memoria del tiempo preciso y del lugar concreto en el que Jesús les enseñó dónde vivía y les abrió las puertas de su vida íntima. Porque ahí, en el encuentro con Él, se halla el origen permanente de la fe. Es cierto: ellos no se estaban quietos; andaban a la búsqueda de Dios; habían escuchado a Juan, figura prototípica de la conciencia religiosa de los pueblos, que sabe de Dios y que lo busca sin descanso. Pero todo habría acabado en eso, sin la invitación de Jesús y sin la aceptación de aquellos primeros discípulos: «Venid y lo veréis… Y se quedaron con Él».
El próximo domingo es ya el segundo del llamado Tiempo ordinario. Los domingos se suceden ahora en una aparente monotonía, sin motivos especiales que celebrar, como era el caso del Adviento y la Navidad, y será el de la Cuaresma o la Pascua. Pero el cristiano no puede vivir sin el domingo. La fe se secaría sin el encuentro personal con el Señor: sin su Palabra escuchada y meditada; sin el alimento de su Cuerpo y de su Sangre; sin el aliento de la asamblea de su pueblo santo, convocada por Él. A la larga, sin el Día del Señor y de la Iglesia, sin el domingo, no es posible la fe.
No es casual que la Iglesia, como buena Madre, se ponga un poco seria y nos diga que estamos obligados a «oír misa entera todos los domingos y fiestas de guardar». Nos va en ello la vida de la fe, de la caridad, de la esperanza. Lo tienen que saber los niños a los que iniciamos en la fe. Lo tienen que ver en la vida de la familia y de la parroquia. Porque no bastan las grandes ideas y la buena voluntad. Es necesario cuidar el detalle para el encuentro con el Señor. Cuando Él nos invita a su casa, es necesario estar preparados para ir y quedarnos con Él.
Sí. El cristiano consciente del don de Dios está pendiente de la hora de la misa dominical. No se puede faltar. Son muchas las facilidades que hoy tenemos para no faltar. A lo mejor son tantas, que hemos perdido la conciencia de la seriedad de la invitación que el Señor nos hace. A su modo, este pasaje del evangelio de San Juan nos lo recuerda.
+ Juan Antonio Martínez Camino
obispo auxiliar de Madrid
obispo auxiliar de Madrid
Evangelio
En aquel tiempo estaba Juan con dos de sus discípulos, y fijándose en Jesús que pasaba, dijo: «Éste es el Cordero de Dios».
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y, al ver que lo seguían, les preguntó: «¿Qué buscáis?»
Ellos le contestaron: «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?»
Él les dijo: «Venid y lo veréis».
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con Él aquel día; serían las cuatro de la tarde.
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encontró primero a su hermano Simón y le dijo: «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)». Y lo llevó a Jesús.
Jesús se le quedó mirando y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que significa Pedro)».
Juan 1, 35-42
domingo, 4 de enero de 2015
Evangelio y comentario
Segundo Domingo después de Navidad: El Dios visible
El texto del evangelio es de Jn 1, 1-18 y dice lo siguiente:
“En el principio ya existía la Palabra, y las Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra n el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: Este es de quien dije: “El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo”. Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie le ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.”
* Después de recrearnos estos días ante María, José y el Niño, en el establo, con los pastores; viviendo la sorpresa de que Dios ha venido a visitarnos y se ha hecho uno de nosotros; de repente, las lecturas de hoy nos impulsan a lo más alto para recordarnos, con intensidad, que el mismo Jesús que contemplamos y adoramos en la tierra es el Hijo eterno de Dios. Sí, desde su pequeño corazón de niño el que nos ama es Dios.
* La Palabra se hizo carne, este es el misterio del amor de Dios al hombre.
Este amor de Dios por nosotros llega al límite haciéndose uno como nosotros. Lo que nadie había visto nunca, de repente, es visual. Los ojos humanos lo pueden contemplar, tocar y adorar.
¡Y acampó entre nosotros! Pero en un simple pesebre, lejos de cualquier palacio. Dios optó por el camino de la pobreza para hacernos tremendamente ricos. Para procurarnos un poco de paz y de esperanza. Para devolver, a los caminos de nuestro vivir, un rayo de luz en medio de tanta preocupación o llanto.
San Agustín nos dice: "El que tiene en lo más alto de los cielos una morada invisible posee también una tienda sobre la tierra". Esa tienda es la Iglesia, en la que podemos experimentar ya la dulzura de la vida eterna y disponernos para llegar a ella.
Gracias, Señor, por venir para hacernos Hijos de Dios.
* La Palabra “vino a los suyos y no la recibieron”. Y nosotros, ¿somos capaces de recibirla?
La Palabra, luz que brilla en la tiniebla, viene diariamente a iluminar nuestro caminar, pero a veces no la escuchamos, no le echamos cuenta, pasamos de ella y la ahogan nuestros agobios y quehaceres. La Palabra, amor eterno de Dios, se ha acercado y sale a nuestro encuentro; esta noticia nos debe de llenar de alegría e impulsarnos a desear crecer en la amistad con Cristo.
Señor, tú eres la luz verdadera. Perdona nuestra ceguera y nuestra ingratitud.
* Hoy en día las palabras se quedan cortas si no van acompañadas por una vida que las refrende. La Palabra de Jesús es una palabra que merece toda nuestra atención. Es una palabra que viene a nuestra vida para darle un sentido verdadero y de felicidad. Es una palabra que no sólo encontramos en los textos evangélicos, sino que también la encontramos hecha vida en tantas personas que son capaces de “encarnarla” en sus vidas, en sus ambientes, en sus familias, en sus trabajos, entre los suyos.
Señor, tú quieres habitar en medio de nosotros, nos traes la gracia y la verdad. Que encuentres siempre abierta la puerta de nuestros corazones. Que la alegría de estos días fortalezca nuestra fe para que tu luz ilumine toda nuestra existencia.
* Aprendamos a acoger la Palabra, a dejarnos iluminar por la Palabra, a irradiar a los demás la Palabra, y para ello pidámosle ayuda a María, ejemplo de escucha y aceptación de la Palabra.
“En el principio ya existía la Palabra, y las Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra n el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: Este es de quien dije: “El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo”. Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie le ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.”
* Después de recrearnos estos días ante María, José y el Niño, en el establo, con los pastores; viviendo la sorpresa de que Dios ha venido a visitarnos y se ha hecho uno de nosotros; de repente, las lecturas de hoy nos impulsan a lo más alto para recordarnos, con intensidad, que el mismo Jesús que contemplamos y adoramos en la tierra es el Hijo eterno de Dios. Sí, desde su pequeño corazón de niño el que nos ama es Dios.
* La Palabra se hizo carne, este es el misterio del amor de Dios al hombre.
Este amor de Dios por nosotros llega al límite haciéndose uno como nosotros. Lo que nadie había visto nunca, de repente, es visual. Los ojos humanos lo pueden contemplar, tocar y adorar.
¡Y acampó entre nosotros! Pero en un simple pesebre, lejos de cualquier palacio. Dios optó por el camino de la pobreza para hacernos tremendamente ricos. Para procurarnos un poco de paz y de esperanza. Para devolver, a los caminos de nuestro vivir, un rayo de luz en medio de tanta preocupación o llanto.
San Agustín nos dice: "El que tiene en lo más alto de los cielos una morada invisible posee también una tienda sobre la tierra". Esa tienda es la Iglesia, en la que podemos experimentar ya la dulzura de la vida eterna y disponernos para llegar a ella.
Gracias, Señor, por venir para hacernos Hijos de Dios.
* La Palabra “vino a los suyos y no la recibieron”. Y nosotros, ¿somos capaces de recibirla?
La Palabra, luz que brilla en la tiniebla, viene diariamente a iluminar nuestro caminar, pero a veces no la escuchamos, no le echamos cuenta, pasamos de ella y la ahogan nuestros agobios y quehaceres. La Palabra, amor eterno de Dios, se ha acercado y sale a nuestro encuentro; esta noticia nos debe de llenar de alegría e impulsarnos a desear crecer en la amistad con Cristo.
Señor, tú eres la luz verdadera. Perdona nuestra ceguera y nuestra ingratitud.
* Hoy en día las palabras se quedan cortas si no van acompañadas por una vida que las refrende. La Palabra de Jesús es una palabra que merece toda nuestra atención. Es una palabra que viene a nuestra vida para darle un sentido verdadero y de felicidad. Es una palabra que no sólo encontramos en los textos evangélicos, sino que también la encontramos hecha vida en tantas personas que son capaces de “encarnarla” en sus vidas, en sus ambientes, en sus familias, en sus trabajos, entre los suyos.
Señor, tú quieres habitar en medio de nosotros, nos traes la gracia y la verdad. Que encuentres siempre abierta la puerta de nuestros corazones. Que la alegría de estos días fortalezca nuestra fe para que tu luz ilumine toda nuestra existencia.
* Aprendamos a acoger la Palabra, a dejarnos iluminar por la Palabra, a irradiar a los demás la Palabra, y para ello pidámosle ayuda a María, ejemplo de escucha y aceptación de la Palabra.
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