Hemos
escuchado hoy las lecturas de la Misa votiva de la Preciosísima Sangre del
Señor.
En el libro
del Éxodo se prefigura la salvación a través del sacrificio.
El Señor
también manda transmitir, observar, la consagración.
Hasta la
última gota de su Preciosísima Sangre.
Cuando el
sacerdote consagra el pan y el vino, repite las palabras del Señor. En la
transubstanciación se hace presente el Señor. Sigamos adorándole en el
sagrario.
Que no nos
baste cumplir el precepto: vivamos la alegría de sentirnos salvados, amados por
Aquél que dio su Sangre por nosotros.