Hemos
escuchado en la lectura del Jueves Santo cómo se celebraba la fiesta hebrea que
es prefiguración de nuestra propia Pascua.
En la Pascua
judía el pueblo renueva su liberación, y nosotros también celebramos el fin de
la esclavitud del pecado.
Cristo
Resucitado se hace presente en la Eucaristía.
Los apóstoles
no entienden el gesto del lavatorio de los pies: lo hace el Señor incluso con
aquél que sabe que lo va a entregar.
La presencia
del Señor en la Eucaristía es real porque es verdad y porque es el Rey de
reyes.
A veces nos
falta valentía para dar testimonio.
Todo lo que
vemos difícil lo catalogamos inmediatamente de imposible. ¿Dónde dejamos
el hacer del Señor en nosotros?
Preparémonos
con Cristo Sacramentado: en la Eucaristía nos espera para lavarnos los pies,
aun a sabiendas de que lo podemos entregar.
El Espíritu
Santo nos lo dio para servir a los demás como Él sirve.