Festividad de la Sagrada Familia (ciclo A)
«Tomó al niño y a su madre»
León XIII estableció la fiesta de la Sagrada Familia
para ofrecer al mundo un modelo evangélico de vida. Puesto que nuestros días no
transcurren de modo abstracto, sino en un ambiente en el que estamos rodeados
de personas, amigos o compañeros de trabajo, los cristianos necesitamos ver la
posibilidad de responder a la llamada de Dios también en los ámbitos más
cotidianos de nuestra existencia. El más significativo de ellos es, sin duda,
el núcleo familiar. Son varios los elementos que descubrimos durante estos días
al contemplar el misterio del nacimiento del Redentor. Tanto la Palabra de Dios como los
belenes nos permiten ver a Jesús rodeado del cariño de María, su madre, y de
José. Las circunstancias que rodearon este nacimiento no son meramente
accidentales, sino que también muestran y anticipan el modo de vida y el
destino que tendrá este niño. El pesebre y el establo nos indican la pobreza
con la que viene al mundo el niño, vaticinando ya una existencia puesta por
completo en las manos de su Padre Dios.
La huida a Egipto
El Evangelio de este domingo se detiene en un episodio
significativo y conocido por todos desde pequeños: la maldad de Herodes, que
busca a Jesús para matarlo, y la consiguiente huida de la Sagrada Familia
hasta que muere Herodes el Grande. No podemos, sin embargo, pasar por alto
algunos detalles del pasaje. El primero de ellos es que, una vez más, el
Evangelio nos aporta algunas coordenadas geográficas y temporales útiles para
encuadrar a Jesús en la historia concreta de Israel. Las referencias a Herodes
el Grande o a Arquelao han servido para determinar con exactitud el momento del
nacimiento de Jesús; y la referencia a Belén, Nazaret y Egipto ubicarán a Jesús
en un lugar preciso. De este modo, el Evangelio acentúa la realidad histórica
de un acontecimiento que realmente se dio, frente a quienes dudaban en el
momento de redacción de los Evangelios de un real nacimiento del Hijo de Dios
según la carne. Un segundo detalle se refiere al exilio en Egipto. Puesto que
el Evangelio según San Mateo fue escrito fundamentalmente para los cristianos
procedentes del judaísmo, el evangelista insistirá en mostrar a Jesús como
quien cumple en su persona las profecías del Antiguo Testamento. Los hechos de
volver de Egipto o de ser llamado nazareno habían sido anunciados siglos antes
de su realización. En relación con este dato, es típico de Mateo querer
explicar, a modo de catequesis, la identidad, misión y repercusión de la venida
del Señor para los hombres. No son necesarios demasiados argumentos para
comprobar que se pretende aquí poner en paralelo a Jesús con Moisés: un niño
salvado de la muerte, la muerte de muchos inocentes y la salvación de Israel a
través de su persona son algunos de los elementos que situarán a Jesús como un
nuevo Moisés.
El modelo de la Sagrada Familia
En la familia de Nazaret hallamos ante todo a una familia
unida, cuya fuerza nace de la docilidad al cumplimiento de la voluntad de Dios.
Los relatos de la infancia insisten en esta obediencia de Jesús, cuya vida fue
no realizar sus deseos, sino los de su Padre; de María, cuyo sí fue
determinante en el momento de la
Encarnación del Señor; de José, que no dudó ni en aceptar a
María como su esposa, al conocer que esperaba un niño, ni en huir con Jesús y
María a Egipto para luego regresar. Esta aceptación de la voluntad divina sitúa
a la Sagrada Familia
como el ejemplo máximo de apertura y escucha a la Palabra de Dios en unas
circunstancias especialmente adversas. La Sagrada Familia
aparece, pues, como una referencia clave para los momentos en que afrontamos
dificultades de cualquier tipo. El modo de hacer frente a los sufrimientos no
ha de ser otro que la unidad, que se manifiesta en el profundo amor y entrega
mutuo, y el sometimiento a la voluntad de Dios, que nos garantiza la
realización plena de nuestra propia vocación.
Daniel A. Escobar Portillo
Delegado episcopal de Liturgia de Madrid
Delegado episcopal de Liturgia de Madrid
Evangelio
Cuando se retiraron los magos, el ángel del
Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su
madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a
buscar al niño para matarlo». José se levantó, tomó al niño y a su madre, de
noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes para que se
cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi
hijo». Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños
a José en Egipto y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y vuelve a la
tierra de Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño».
Se levantó, tomó al niño y a su madre y volvió a la tierra de Israel. Pero al
enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes
tuvo miedo de ir allá. Y avisado en sueños se retiró a Galilea y se estableció
en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo dicho por medio de los
profetas, que se llamaría nazareno.
Mateo 2, 13-15.19-23