XVI Domingo del tiempo
ordinario ( ciclo C)
Marta y María
n el camino de Jesús hacia Jerusalén, se detiene en una
aldea para visitar a unos amigos. Lucas no menciona el nombre de la aldea; el
evangelista Juan nos dice que es Betania (Jn 11,1-2), donde vivían Marta y
María, hermanas de Lázaro y amigas de Jesús. Las dos hermanas acogen al insigne
huésped en su casa y Lucas nos relata una interesante escena doméstica.
La solicitud de Marta
Marta es la primera en ser mencionada. Parece que ejercía
cierto liderazgo en la familia y se presenta como el anfitrión que recibe y
acoge en casa al invitado. Lucas la presenta como una mujer preocupada por
acoger, agradar y servir a Jesús. Manifiesta su amor hacia Él en su esmerado y
solícito servicio, hasta el punto que se afana de tal modo en las tareas
domésticas y en la concentración de sus quehaceres que no puede atender a
Jesús. Tal vez sea ella la que esté acostumbrada a hacer las muchas tareas de
la casa y se siente responsable de la acogida del Señor.
Sin embargo, se altera con tanta actividad, siente la
carga de hacer más de lo que la corresponde y no entiende la falta de
cooperación de su hermana que, desde su perspectiva, la ha dejado sola con el
trabajo y ha descuidado su responsabilidad en un momento crítico. Marta es una
persona responsable y se molesta con la irresponsabilidad de su hermana. Entra
en tensión, juzga negativamente a María y acude a Jesús para resolver el
asunto: ¡Dile que me ayude! No se dirige directamente a su hermana María, sino
que se queja a Jesús y le dice lo que tiene que decir y lo que tiene que hacer.
Marta, ocupada en sus quehaceres, ha olvidado vivir lo
esencial de ese encuentro con Jesús. Debería vivir su servicio como algo
positivo; y, sin embargo, sufre por tanta actividad. Se siente sola y
abandonada por su hermana, y lo vive con angustia. La ocupación ha provocado
preocupación.
La atención de María
María, sin embargo, es descrita por el evangelista, en
breves pinceladas, sentada a los pies de Jesús. Es la postura habitual del discípulo
escuchando la palabra del Maestro y aprendiendo su enseñanza. No habla en todo
el relato. Su silencio es muestra de su atenta y amorosa escucha de la Palabra divina, su
concentración en el Maestro, su opción por lo esencial.
Tal vez María es consciente del peligro que corre ya
Jesús, de las dificultades de su misión y, quizás presiente ya que puede ser
una de sus últimas visitas. Por eso, atender a Jesús es lo prioritario para
ella en ese momento. Busca como prioridad a Jesús y, por eso, escoge la parte
mejor.
La enseñanza de Jesús
Jesús es acogido por ambas hermanas, a las que amaba, como
nos dice el evangelista Juan (Jn 11,15). Pero ante la actitud de ambas amigas,
aprovecha el momento para hacer una cordial corrección a Marta y dar una
lección a todos sus discípulos. El Señor tiene a bien corregir con serenidad y
afecto a Marta por su comportamiento, en cierto sentido inapropiado. No la
descalifica, sino que la reprende con misericordia porque está desperdiciando
una importante oportunidad en su vida: el encuentro y la escucha de Cristo.
Jesús nota que su alteración por el servicio la distrae de lo esencial, y pasa
su tiempo sin dedicarse a la verdadera hospitalidad del invitado. ¡Claro que
Jesús agradeció los cuidados preparados por Marta, pero apreció más la escucha
atenta de María!
Este relato evangélico está lleno de enseñanzas para todos
los discípulos de Jesucristo. Es verdad que la lectura tradicional de este
pasaje ha subrayado en demasía la contraposición entre la vida activa y la vida
contemplativa de la misión cristiana; entre la acción y la oración, para
defender que una es más valiosa y excelente que la otra.
Creo sinceramente que ambas son convenientes y necesarias
para todo discípulo; y que una conduce a la otra, y viceversa. Sin embargo,
este relato nos advierte de que en la vida cristiana podemos estar ocupados en
muchas cosas y no tener tiempo para buscar y escuchar al Señor. Más aún, hay
quehaceres que pueden bloquear la perspectiva de uno mismo y juzgar
erróneamente, –no maliciosamente–, las tareas de los demás, como Marta.
Este Evangelio es una lección magistral acerca de las
prioridades de todo discípulo de Cristo. Nos enseña a discernir y plantear
prioridades en todo momento, a buscar la mejor parte en las diversas
situaciones de la vida y a tener en cuenta siempre los criterios del Señor. La
prioridad de todo discípulo es buscar a Jesús, escuchar y aprender de Él, para
servirle, sirviendo a los demás.
Aurelio García Macías
Congregación para el Culto Divino yla Disciplina
de los Sacramentos
Congregación para el Culto Divino y
Evangelio
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer
llamada Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana llamada María, que,
sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Marta, en cambio,
andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo:
«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que
me eche una mano». Pero el Señor le contestó: «Marta, Marta, andas inquieta y
preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la
parte mejor, y no le será quitada».
Lucas 10, 38-42