V Domingo de Pascua (ciclo C)
Mandamiento Nuevo
El texto evangélico que se proclama en el V domingo de
Pascua, tomado del Evangelio según San Juan, comienza con una frase que ayuda a
contextualizar la enseñanza posterior: «Cuando salió Judas del cenáculo…». El
Evangelio de este domingo plantea una relectura postpascual de los
acontecimientos últimos de Jesús y vuelve al cenáculo, al lugar donde Jesús
celebró su última cena pascual con sus discípulos. En ese contexto de
hermandad, Jesús identifica al que le iba a traicionar y la finura perspicaz
del evangelista Juan refiere el momento de la retirada de Judas, que pone en
marcha los acontecimientos que conducirán a la glorificación de Jesús: su
muerte y resurrección.
Ha llegado la hora de Jesús. Los discípulos son ajenos a
lo que está sucediendo. Sin embargo, Jesús, consciente de lo que va a ocurrir
(«Me queda poco de estar con vosotros»), aprovecha el dramático contexto de la
traición de Judas para dirigir a los presentes una de sus últimas y
fundamentales enseñanzas a modo de testamento o última voluntad. «Os doy un
mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado».
«Amaos»
Mucho se ha escrito a lo largo de los dos milenios
cristianos sobre estas trascendentales palabras, que sintetizan toda la
enseñanza de Jesús. Son bien conocidas por todos los que han sido formados en
la cultura cristiana; sin embargo –tal vez por ser harto conocidas–, corremos
el riesgo de convertirlas en una fórmula sabida, pero no vivida. Jesús, como
buen Maestro, continúa enseñando a sus discípulos hasta el final, no solo con
sus palabras, sino que va delante de ellos, sobre todo, con su ejemplo, como
acaba de mostrarles en el lavatorio de los pies.
El evangelista Juan pone en boca de Jesús la expresión
«mandamiento nuevo». ¿Por qué lo denomina nuevo? Sin duda alguna para
establecer una contraposición con las leyes judías, consideradas por Jesús
mandatos viejos o antiguos, superados ya por la nueva ley o alianza que Él ha
inaugurado. Así lo recogen otros textos evangélicos, como el Sermón de la Montaña , en el que Jesús
dice: «Habéis oído que se dijo (mandamientos antiguos) […] pero yo os digo
(mandamiento nuevo)». Los antiguos preceptos de la ley judía habían derivado en
lo que es común a la praxis humana: amar al que te ama, odiar al que te odia,
bendecir al que te bendice y maldecir al que te maldice… Y Jesús recrimina este
modo de proceder cuando afirma: «Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que
os maldicen, haced bien a los que os odian, y orad por los que os ultrajan y os
persiguen» (Mt 5,44). Esta es la lógica del Reino de Dios, que contradice los
principios más profundos del egoísmo humano.
«Como yo os he amado»
Además, Jesús añade otra particularidad a su recomendación
o mandato. Se trata de un amor mutuo, fraterno, compartido («unos a otros»),
pero añade «como yo os he amado». Tal vez no hemos reparado suficientemente en
esta expresión. No se trata simplemente de amar a los demás. El libro del
Levítico ya advertía a los antiguos judíos que debían amar al prójimo (Lev
19,18); por tanto, esta advertencia era bien conocida ya por el pueblo judío.
Entonces, ¿por qué Jesús habla de un mandato nuevo? ¿En qué consiste su
novedad? No se trata simplemente de amar, sino de amar como amó Jesús. Esta es
la particularidad del amor cristiano, que pide Jesús a sus discípulos en el
cenáculo y, en ellos, a los discípulos de todos los tiempos. El amor de Jesús
ama a los demás hasta el final, hasta el extremo, hasta dar la vida: «No hay
amor más grande que dar la vida…» Jn 15,13).
Esta es la verdadera esencia del cristianismo. Este es el
verdadero signo y señal que identifica a los cristianos: «En esto conocerán que
sois discípulos míos: si os amáis unos a otros». El amor fraterno es condición
indispensable para el creíble testimonio cristiano en cualquier sociedad y
momento de la historia. No hay ningún signo tan convincente para los demás como
el amor cristiano, que es amor de entrega, amor gratuito, amor generoso, amor
misericordioso, amor de donación… reflejo del amor de Jesús. Y este mandato no
se trata de una opción, sino que identifica al verdadero discípulo de Cristo.
¡Qué ejemplo tan grande nos da Jesús! Precisamente en los
momentos previos a su Pasión y Muerte, responde a la traición de Judas con el
mandamiento del amor. La traición provoca muerte. El amor suscita vida.
Aurelio García Macías
Congregación para el Culto Divino yla Disciplina
de los Sacramentos
Congregación para el Culto Divino y
Evangelio
Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: «Ahora es
glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es
glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo
glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy un
mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos
también unos a otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os
amáis unos a otros».
Juan 13, 31-33a.34-35