CICLO C
DOMINGO 29 DEL TIEMPO ORDINARIO
Evangelio (Lc. 18,1-8): En aquel tiempo, Jesús les decía una parábola para inculcarles que es preciso orar siempre sin desfallecer. «Había un juez en una ciudad, que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. Había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: ‘¡Hazme justicia contra mi adversario!’. Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme’».
Dijo, pues, el Señor: «Oíd lo que dice el juez injusto; y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar? Os digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?».
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COMENTARIO:
¿Quieres tener éxito en tu oración?
Hoy Jesús nos invita a ser perseverantes en la oración, como esa viuda, hasta conseguir lo que necesitamos y tanto le pedimos. Algo así como "debemos presionar a Dios con la oración y experimentaremos que si ese juez pagano, siendo el punto que era, hizo lo que hizo, ¡cuánto más Dios, que es lo que es, hará lo que hará!".
O sea, oración tenaz, machacona y masiva. Esa oración lleva las de ganar; un éxito. Ahora bien, si nuestras oraciones son un fracaso, ¿por qué será? La respuesta está clara: oramos mal.
1- ¿Cómo crees tú que Dios va a escuchar esta oración tuya que dice: "Dame la tierra y quédate con el cielo"?
Eso es materialismo puro. Pedimos a Dios cosas terrenas, de la tierra: salud y pesetas, trabajo y suerte, aprobados y ascensos. Y esto está bien, pero no de preferencia.
Y de las cosas espirituales, del espíritu, ¿qué? Por ejemplo, la gracia y la fe, fidelidad a Dios y honradez de conciencia, sentido de justicia y de Iglesia, vivencias de Dios e ilusión por los destinos eternos....No olvidemos que somo pasajeros con destino a la eternidad, gloria y felicidad auténtica.
2- ¿Cómo crees tú que Dios va a escuchar esta oración tuya que dice: "o me das la tierra o te quedas con el cielo"?
Eso es empecinamiento. Para muchos cristianos, la oración es una partida de "parcheese": tiro cuando me toca, tiro porque me toca, y si no me toca, no tiro. Entran en el templo, tiran los dados de su oración a rodar por tablero mágico del altar y...Y una de dos: o les toca, y entonces malo, o no les toca, y entonces peor. Dios no les puede mimar el capricho, que para eso es Dios. Y entonces algunos cogen los dados de sus oraciones, se los echan en el bolsillo, y se va de Dios. Pero este no es el auténtico Dios. Es el dios de los paganos.
3- ¿Cómo crees tú que Dios no va escuchar estar oración tuya que dice: "dame el cielo y de la tierra ya hablaremos"?
Esta es la verdadera oración. Aquí acierto. Aquí demuestro que soy hijo de Dios, que tengo confianza de Dios que es mi Padre.
Si así oramos, seremos más fuertes que la tentación de pegar dos bofetadas sonoras a quien deja a su hija ante el altar vestida y alborotada, al patrono que le paga un salario legal pero injusto para la vida familiar, al que se encamó con su mujer y le destrozó el matrimonio y el hogar...
Si así oramos, saldremos vencedores de las crisis de fe, de moral, de honradez, de Iglesia...
Si así oramos, seremos hombres y mujeres bien tasados de lo material y de lo espiritual, seremos cristianos de ley en esta sociedad materialista, hedonista, sexista, laicista, neopagana, decadente...y sobre todo, seremos hijos de Dios cuando la mayor parte de los hombres se quedan en hijos de hombres, del tiempo y del ocaso.
¡Éxito en tu oración, amigo!
Con la seguridad de mis oraciones y mi bendición sacerdotal, P. Antonio Rivero, L.C.