“…Cuando ya la noche parece consumida en la más dura
penitencia, y todo es llanto, dolor, amargura y muerte, surge de pronto, inesperada,
arrolladora, desbordada, cristalina, radiante entre sus luces temblorosas,
mecida en un son de plata y cascabeleo de ángeles, riente, viva, humana y
celestial a un tiempo, la
Macarena , la gracia, la alegría, la flor de nuestra ciudad y
la sonrisa de nuestra alma”. Estas vibrantes palabras –de pura unicidad
sentimental- escritas como un bel canto de escritura lírica mecida por la dulce
y verde pluma de Joaquín Romero Murube en ese cascabel de la prosa poemática
que dio en llamar ‘Sevilla en los labios’… parecían resonar en el almario de
los setenta corazones jerezanos que el pasado día 20 del corriente mes de
septiembre fueron acogidos bajo el protector manto de la universal Esperanza
Macarena. Los cofrades de las Cinco Llagas afrontaban así el segundo de los
encuentros institucionales previstos –y marcados con cera encendida de una
candelería que marca el signo de los tiempos- en el programa del LXXV
aniversario de su Reorganización. Visita matutina a la Hermandad de la Macarena y vespertina a
Los Servitas y la popular de los Gitanos, siendo atendidos en las tres
imponentes y señeras cofradías hispalenses con una ética de formas, elegancia
de códigos fraternales y hermanamiento cimentado sobre el basamento de los
mejores augurios vivenciales.
Los cofrades jerezanos –experimentando de nuevo una
jornada rebosante de alegría y cristalino sentido de Hermandad- conocieron de
cerca –y de la mano experta y de veras documentada tanto de oficiales de la Macarena como también de
los respectivos Hermanos Mayores y miembros de Junta de Gobierno de los
Servitas y los Gitanos- los templos, las capillas, las Casas de Hermandad y los
museos de tres corporaciones que son paradigma y ejemplo de categoría histórica
y devocional de la Muy
Mariana Ciudad de Sevilla. Satisfacción unánime –contento
corporativo, sonrisas y oración- en la nutriente lucidez de esta experiencia
plural e íntima, homogénea y convergente, clara y conmovedora, que
jamás brandece ni merma ninguna superficialidad porque emana a raudales de los
hondones de la memoria recobrada.