La conversación que podemos entablar con el Señor la Iglesia nos lo pone fácil: lectura y oración.
Muchas veces nos encerramos en oraciones establecidas. Eso está bien, pero con un plus. Por ejemplo el Rosario, que está muy bien, pero con meditación.
La Liturgia de las Horas, que no sólo es para los curas, sino para todos los cristianos, está muy bien.
No hacen falta grandes oraciones. Dios sabe lo que necesitamos.
La oración del Padrenuestro es muy completa. Tiene siete peticiones y todas en plural. Y debemos rezarlo no tan rápidamente. Éste es el estilo de vida que nos pide Jesús.
Cristo en la cruz, proclamó el salmo 22, que termina reconfortado en el Padre; no era una queja por lo de “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado”, sino que el salmo comienza así.
Seamos conscientes de lo que estamos rezando.